Tras la famosa frase «somos lo que comemos» se esconde una realidad que no es solo alimentaria. Absorbemos las ideas que nos rodean, ideas de otros, de la sociedad en la que vivimos, como si fuesen alimentos; y al igual que decidimos los alimentos que ingerimos por la boca, decidimos las ideas con las que alimentamos nuestro espíritu. Somos lo que comemos.