La fotógrafa y cineasta Marta Verheyen, que ha formado parte del jurado de la 8ª edición de Participa Méliès, comparte con nosotros su experiencia como directora de cine y como miembro del jurado del concurso.
Marta Verheyen codirigió, junto con Laia Alabart, Alba Cros y Laura Rius, la película Las amigas de Ágata (2015), una ópera prima surgida de la Universitat Pompeu Fabra que obtuvo el reconocimiento del jurado en el Festival Internacional de Cine de Albacete con el premio Abycine Indie y el del público en el Festival Internacional de Cine de Autor de Barcelona, entre otros. También fue nominada a mejor película en los Premios Gaudí 2017 y proyectada internacionalmente en espacios emblemáticos como el Anthology Film Archives de Nueva York.
Como fotógrafa ha participado en exposiciones colectivas en Londres, Barcelona o Torroella de Montgrí y, en el 2019, presentó su primera exposición individual, titulada You keep a diary and the diary will keep you, en la galería Space Place de Nizhny Taguil, en Rusia.
La 8ª edición de nuestro concurso de vídeos ha contado con su bagaje y criterio para la difícil tarea de decidir los cortometrajes ganadores.
Un placer compartido. Me hizo mucha ilusión recibir vuestra propuesta. Ha sido mi primera experiencia como jurado, así que el recuerdo que me llevo es muy especial. Justamente una edición única, dadas las circunstancias del momento, que seguro será recordada por todo el mundo durante muchos años.
¡La gran imaginación de todas las participantes! Y, sobre todo, destaco todas las piezas que homenajean a Méliès o el cine de los inicios, ya que no es habitual ver a gente tan joven que conozca o se interese por el cine mudo.
He valorado que la idea general del corto esté bien ejecutada y/o lograda narrativamente, así como la originalidad y la puesta en escena.
Que experimenten, ¡sin miedo!
También que busquen inspiración y referentes en el cine de Méliès, Chaplin, Llyod o Keaton.
Una imagen tiene que contener en sí misma un propósito, ya sea subrayar algún elemento de la historia, representar la acción o mostrar el sentimiento de un personaje. Para mí, una imagen siempre tiene que contar algo.
Para construir un plano o una fotografía, yo me fijo mucho en la luz, sobre todo, y en la relación del personaje (si lo hay) con el espacio.
No mucha. Ahora mismo, estamos sobreexpuestos a miles de imágenes que no se han pensado, y tampoco nos han educado para “leerlas” o entenderlas.
¡Claro que sí, es un experimento! Es una película que se fue haciendo mientras se rodaba. Surgió, precisamente, de la necesidad de experimentar y de alejarnos un poco de la manera de hacer establecida. Al empezar como proyecto final de carrera, teníamos libertad para poder hacer ensayo y error. Nosotras queríamos hacer una película las cuatro, de modo que buscamos una historia que pudiésemos contar y que nos permitiese implicarnos por igual. El guion lo tuvimos que hacer (¡e hicimos muchas versiones!), pero enseguida nos dimos cuenta de que era una película de actrices y dedicamos mucho tiempo al casting, teniendo ya en mente que, cuando encontrásemos a las cuatro protagonistas, las implicaríamos también a ellas. El proceso fue muy bonito. Compartimos con ellas el guion y la descripción detallada de los personajes y, a través de ensayos, que ya grabábamos para que todas nos sintiésemos cómodas con las cámaras, aprendimos a grabarlas y ellas iban haciendo suyos los personajes. Así, cuando empezamos a rodar, pudimos dar pie a la improvisación y a que el guion dialogado fuese más natural.
Creemos que la naturalidad que se respira –en parte por la forma de trabajar con las actrices, pero también por cómo planteamos la manera de rodar– es uno de los motivos por los que la película ha sido tan bien acogida.
Pienso que sí, que quedan muchas historias por contar y muchas formas posibles. Por ejemplo, se empieza a dar más oportunidades a mujeres jóvenes cineastas, que inevitablemente nos ofrecerán nuevas historias que todavía no hemos visto representadas.
Seguramente lo mismo: habría innovado y aprovechado las herramientas cinematográficas al máximo.
Trabajar colectivamente aporta muchísimo, sobre todo si se hace con un grupo de personas que se transmiten confianza mutua y se complementan.
Totalmente. Un rodaje es muy complejo y participa en él mucha gente. Es necesario crear buenas dinámicas y comunicación entre departamentos.
Generalmente, la gente que consigue hacer películas es muy perseverante. En muchos casos es necesario dedicar años a un proyecto, hasta conseguir la financiación o la productora, etc. Hay que preparar dosieres del proyecto, ir a pitchings, a laboratorios o encuentros en festivales… Para cineastas que empiezan, esto es muy difícil, ya que normalmente lo compaginan con otros trabajos para poder vivir.
Por cuestiones laborales, no he tenido tiempo de meterme en un nuevo proyecto cinematográfico. Sigo haciendo fotografías, viendo películas y colaborando en proyectos de compañeras.
Creo que cuando tienes la necesidad de hacer una película, lo percibes.