Iniciamos una serie de entrevistas a los ganadores de la sexta edición de Participa Méliès para saber más sobre el rodaje de los cortometrajes premiados: qué animo a sus creadores a presentarse al concurso, cómo descubrieron a Méliès o qué consejos tienen para futuros participantes de próximas ediciones. Empezamos con Yeray David Rodríguez Domínguez, desde Las Palmas de Gran Canaria, que se llevó a casa el premio Imaginación Al Poder con Georges Méliès presenta: Historias Alucinantes de H.G. Wells, un cortometraje que plantea la unión de las dos mentes pioneras de la ciencia ficción, jugando con la idea de cómo sería una adaptación al cine de los cuentos de H.G. Wells como La máquina del tiempo o La guerra de los mundos, de la mano de Georges Méliès.
Principalmente por mi padre. De niño se esforzaba por buscar películas que pudiéramos ver juntos pero que fueran un poco más allá de las típicas producciones dirigidas al público infantil. Recuerdo ver asombrado películas como Laberinto o Legend. Algunas me resultaban extrañas o incluso inquietantes, pero despertaban mi curiosidad y alimentaban mi interés por el medio.
Llevo tiempo explorando en profundidad la creación visual en el sentido más amplio, usando diversas herramientas digitales. En algunos casos con diálogo y actores, pero no los he difundido más allá de mi círculo de amigos y mis redes sociales.
Surgió de forma natural desde que empecé a pensar en el proyecto. Son personajes con grandísimas similitudes: además de ser contemporáneos – sólo les separaban cinco años – los dos fueron verdaderos adelantados a su época: Méliès por visualizar el cine como un verdadero espectáculo de creatividad y experimentación artística, y Wells por concebir la literatura fantástica como un vehículo para la reflexión social y la denuncia de los abusos del poder y las clases dominantes. De hecho, la estética victoriana con la que a menudo se ilustran los relatos de Wells es muy próxima a la de los decorados y elementos escénicos de las películas de Méliès.
Sinceramente, no veo nada descabellado que alguna de las películas destruidas de Méliès realmente fuera una adaptación de, por ejemplo, La máquina del tiempo, la primera novela del escritor. Lo que sí veo más difícil es que las copias las hiciera en Blu-Ray, claro.
Sin duda alguna, su refrescante libertad creativa. Hace décadas que el cine de distribución masiva está encorsetado por las taquillas, la crítica, los premios… el cine de Méliès, al menos en su faceta conceptual y narrativa, es completamente libre, y parece sólo motivado por la intención de sorprender o maravillar al espectador, como si fuera un juego. Otros aspectos, como su pericia técnica o la anticipación del lenguaje cinematográfico, son también destacables, desde luego.
Si uniéramos todos los ratos dispersos que he dedicado al proyecto durante mes y medio, probablemente sería una semana o 10 días a tiempo completo.
Posiblemente lo más divertido fue la concepción del guion, para el que tenía muchísimas ideas que tuve que descartar por falta de tiempo o recursos. Concebir trucajes artesanales para los efectos especiales, similares a los que usaba el propio Méliès y olvidándome del Adobe Premiere o el Blender, también fue realmente estimulante.
Lo más difícil fue sin duda la integración de las grabaciones en vivo con las acuarelas. Yo había usado antes la técnica del croma, pero de forma muy precaria, con una sábana colgada de una pared, lo que no iba a ser suficiente para el resultado que quería para el corto. Para resolverlo conté con la inestimable ayuda del Centro Cultural Gran Canaria Espacio Digital, que me prestó un croma profesional y me dieron algunos consejos para la eliminación del fondo.
Lo más fácil fue probablemente la concepción de la idea y el guion: correr por la fantástica Avenida Marítima de Las Palmas de Gran Canaria hace que los jugos creativos flujan intensamente, y el concepto se desarrolló rápidamente.
Sin duda, que el resultado se pareciera, aunque fuera en parte, a lo que tenía originalmente en mente. Y luego, por supuesto, que un jurado de grandes profesionales reconociera mi trabajo en el certamen siempre anima a seguir explorando en el medio.
Para la grabación usé una cámara Canon 750D con un objetivo Tamrom 18-200. Es un equipamiento muy modesto, pero tremendamente versátil y fiable. El equipo de iluminación, tres focos incandescentes con sus pies, me lo proporcionaron unos buenos amigos de los colectivos Escuela Libre de Teatro de Las Palmas de Gran Canaria y Titiriclown. Como ya comenté, también usé un croma portátil proporcionado por Gran Canaria Espacio Digital. Para los efectos especiales usé trucajes caseros con tinta china, pomperos infantiles y cacerolas con agua hirviendo.
En la parte software, necesité a mi viejo amigo, Adobe Photoshop, para procesar las acuarelas, y el Adobe Premiere para la edición. Empleé recursos Creative Commons para el efecto de celuloide, los efectos de sonido y la música, compuesta por el genial Kevin MacLeod.
En cuanto al equipo humano, desde el principio conté con el apoyo y la paciencia de mi mujer. Siendo actriz de teatro, tenía mucho sentido que también fuera la coprotagonista del corto. Mi madre puso a mi disposición su enorme casa para usarla como estudio de grabación. Así que todo quedó en familia.
Sin duda, le habría permitido plasmar muchas de las ideas que probablemente le pasaban por la cabeza y que se veían limitadas por la tecnología de su época. Por ejemplo, imagino que habría hecho una versión inmersiva del Viaje a la Luna, proyectado en un anillo de pantallas en torno al espectador. También le habría podido ser especialmente útil en su Viaje a través de lo imposible, para dar más espectacularidad a los viajes en tren o en submarino.
El proceso creativo es diferente para cada persona, pero creo que es muy importante dedicarle tiempo a la primera fase, la más importante: la del concepto, la idea germinal, donde nace aquello que se quiere transmitir. No creo que se pueda planificar la epifanía de una idea genial como quien sigue un algoritmo. Las mejores ideas pueden surgir espontáneamente durante un paseo, estando tumbado sobre la hierba en un parque o al salir de un refrescante baño en la playa. Para mí, es en esos momentos cuando la mente vaga libre y se establecen conexiones que pueden dar lugar a conceptos maravillosos.
Por último, creo que también es conveniente desprenderse de ataduras, principalmente las que se pone uno mismo por el peso y la influencia de sus propios referentes y preferencias culturales, y la presión de la respuesta de los espectadores. A veces seguir la filosofía de “baila como si nadie estuviera mirando” puede ser realmente útil.
Teníamos claro que no nos podíamos perder una exposición sobre Georges Méliès. La atmósfera en el interior me resultó muy estimulante, y teniendo en cuenta el interés que siempre he tenido por el personaje, decidí que tenía que aportar algo.
Sí, desde luego me gustaría volver a participar, pero sólo si surge la chispa de algo totalmente diferente, tal vez mucho más experimental y radical. Lo único que puedo avanzar es que, si surge esa idea, tal vez sea TAN experimental que no tenga la más mínima posibilidad de volver a ganar algo en el certamen… lo que a veces hace mucho más divertido el proceso.